Plaza Mayor Salamanca
La Plaza Mayor de Salamanca: Magia pura de día y de noche.
¿Qué opinas, es o no la más bonita de España?
Esta es la historia de la Plaza Mayor de Salamanca:
La primera Plaza del Mercado o del Azogue Viejo estuvo situada junto a la Catedral Vieja de Salamanca, enclave privilegiado del casco más antiguo de la ciudad después de su repoblación en el siglo XII.
Con la gradual expansión de Salamanca hacia el norte durante la baja Edad Media, el centro de gravitación de la vida ciudadana se fue desplazando en la misma dirección, primeramente hacia la llamada Puerta del Sol, en el vértice más septentrional de la antigua muralla, y posteriormente hacia el centro del burgo comercial que se formó más allá de la misma, es decir hacia la plaza de la parroquia de San Martín. Era ésta, como la mayoría de las plazas de la Salamanca repoblada, un circuito de casas sin una delineación demasiado precisa, dispuesto de manera espontánea en torno a la parroquia a la que arropaba dejándola en su centro. La única diferencia radicaba en su enorme amplitud, pues todavía en el siglo XVI la plaza de San Martín era considerada por los viajeros como una de las mayores de España.
Durante el siglo XVII fue perdiendo dimensiones merced a su parcelación en pequeñas placitas, donde se fueron situando los puestos de mercado por ramos y especialidades, pero en todo caso la plaza comercial por excelencia donde además se celebraban los espectáculos públicos y los regocijos populares en el tramo comprendido entre la mencionada parroquia y la Casa Consistorial.
Al llegar el siglo XVIII y tras la recuperación del estancamiento económico producido por la Guerra de Sucesión, el corregidor don Rodrigo Caballero y Llanes, personaje emprendedor y habituado a planear grandes empresas, opinó que la plaza de San Martín era de arquitectura y forma muy ruines e indigna del prestigio de una ciudad como Salamanca. Convenció al Ayuntamiento para que allegase los recursos oportunos para la construcción de la nueva Plaza Mayor de Salamanca, redactó personalmente el reglamento por el que se habían de conducir las obras y nombró maestro de las mismas al que lo era de la Catedral Nueva, don Alberto de Churriguera. Este hizo los planes y se inició oficialmente la construcción el 10 de mayo de 1729 por el llamado Pabellón Real, situado a oriente, cuyos solares eran propiedad del Municipio. Una placa conmemorativa así lo recuerda en el centro del este lienzo, bajo el medallón de San Fernando. La obra se continuó ininterrumpidamente por el pabellón de San Martín, tangente a esta iglesia. Estas dos primeras alas de la Plaza Mayor de Salamanca se concluyeron a finales de 1735 en un tiempo récord de menos de cinco años.
Sin embargo, los dos últimos lienzo no se comenzarían hasta pasados más de quince años. Las casas a las que habían de sustituir eran de propiedad privada y muchas de mayorazgo, de manera que cuando se trató de su demolición dio comienzo un sin fin de pleitos. Entretanto, don Alberto de Churriguera se había marchado de la ciudad y le había reemplazado en el puesto su sobrino Manuel de Larra Churriguera. Terció entonces el arquitecto don Andrés García de Quiñones quien propuso un plan distinto para terminar la Plaza Mayor de Salamanca en el que los solares privados quedaban menos recortados que en el primitivo. Obviadas todas las dificultades y por orden irrevocable de Fernando VI, se reanudaros las obras el 30 de mayo de 1751, concluyéndose a finales de 1755. Se levantaron entonces no sólo los dos lienzos de casas que faltaban sino el monumental edificio del Ayuntamiento, todo bajo el control riguroso del mencionado García de Quiñones a quien hubieron de someterse los demás maestros que intervinieron en esta segunda fase de la construcción de la Plaza Mayor de Salamanca. El Consejo Real de Castilla había ordenado, en efecto, que se aplicase el criterio de la más estricta simetría con lo construido. Por eso el único distintivo que se permitió para distinguir las casas particulares de las municipales fue la adición de los escudos respectivos sobre los balcones de la planta principal. De esta manera en las viviendas de las dos últimas fachadas de la Plaza Mayor de Salamanca se perciben los emblemas del Cabildo, Universidad de Salamanca, conde de Grajal, don Felipe de Solís y Gante etc. La única excepción a la regla fue el edificio del Ayuntamiento, más alto, voluminoso y decorado que los demás.
Urbanísticamente hablando, la Plaza Mayor de Salamanca no aporta ninguna novedad radical al tipo de Plaza Mayor castellana, pero es la culminación estética de todas ellas. Conjuga maravillosamente la serena y reposada armonía del Renacimiento con una decoración elegante y parsimoniosa, que no se desborda casi nunca y que, cuando lo hace, es para subrayar algunos contados parajes especialmente representativos cual los arcos de San Fernando, San Pablo y San Martín y el propio Ayuntamiento de Salamanca. Por otra parte, el color dorado de la piedra, las cresterías terminadas en flores de Lis recortándose sobre el cielo luminoso y las losas del pavimento concebido como un brillante parquet, producen la sensación de encontrarnos inmersos en un enorme salón de fiestas.
La Plaza Mayor de Salamanca tiene, siguiendo una tradición genuinamente salmantina que la diferencia de las demás plazas españolas, una serie de medallones con efigies de medio busto. No son exclusivametne decorativos, pues en la mentalidad de don Rodrigo Caballero y Llanes debían servir para evocar en el visitante el recuerdo de la historia patria. En el Pabellón Real están representados los reyes de España, desde Alfonso IX hasta Carlos III; en el de San Martín los héroes, capitanes, descubridores y conquistadores de gesta nacional; en el de Petrineros los sabios de España y en el del Ayuntamiento los santos capitaneados por un gran relieve de Santiago a caballo previsto en la espadaña del Ayuntamiento. Sólo llegaron a abrirse los medallones de los dos primeros lienzos, siendo su autor el escultor Alejandro Carnicero; los otros no se realizaron sin que hayamos averiguado por qué razón, en los últimos años se han esculpido algunos nuevos medallones por artistas salmantinos, consagrándolos a hombres y mujeres ilustres de una u otra manera vinculados con la historia de la ciudad.
También son de fecha relativamente reciente en la Plaza Mayor de Salamanca, la espadaña que contiene las campanas y el reloj municipales, levantada en 1852 por don Tomás Cafranga y las estatuas que coronan el Ayuntamiento; según una iconografía de progreso enteramente decimonónica, representan a la Astronomía, la Agricultura, la Industria y el Comercio.
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