Puente Romano de Salamanca
El Puente Romano de Salamanca: una magnífica muestra de la ingeniería romana que permitió salvar el obstáculo natural que representa el río Tormes en la Ruta de la Plata.
El Puente Romano de Salamanca, también conocido como el Puente Mayor del Tormes, fue construido a finales del siglo I como punto de paso sobre el río Tormes, de la Vía de la Plata que iba desde Mérida hasta Astorga.
Antiguamente era denominado Puente Mayor, ya que era el puente principal que daba acceso a la parte meridional de la ciudad.
En la actualidad, el Puente Romano de Salamanca ha quedado como paso exclusivo de uso peatonal, ya que hay muchos otros puentes que proporcionan el acceso en vehículo a la cuidad.
El Puente Romano está compuesto por veintiséis arcos, pero de la época primitiva sólo se conservan los quince arcos próximos a la ciudad, ya que el resto ha sufrido distintas restauraciones a lo largo de los siglos, especialmente hacia 1540 con motivo de una famosa crecida del río.
Hasta el año 1852 hubo en su centro un castillete que se había erigido para dar la bienvenida a Felipe II con motivo de su matrimonio con María de Portugal, celebrado en la ciudad de Salamanca.
A la entrada del Puente Romano de Salamanca se ha colocado el famoso toro o verraco, que forma parte del escudo de la ciudad, y que es una escultura de origen celtibérico, toscamente tallada en piedra de granito, de carácter totémico, semejante a los muchos existentes por esta región. Este toro es famoso por la referencia que se hace a él en el capítulo primero de una de las obras más geniales de la literatura española, “El Lazarillo del Tormes”.
En 1931 fue declarado Monumento Histórico, mientras que en el 1998 entró a formar parte de la lista de los Bienes de Interés Cultural.
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